Vivimos en un continuo sopor, como atontados por la droga del diario vivir, existiendo sin consistencia.

Vivir en constante vigilancia y vigilia de las constantes espirituales, de lo que engrana momentos especiales, con el alma a flor de piel, ese es un deseo profundo de mi ser.


Despertar, velar, estar despiertos, son frases repetidas sin cesar por Jesucristo.

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