Sobre la parábola de los talentos

El Señor entrega a cada uno dones, de acuerdo a sus capacidades. Esta entrega tiene el objetivo de cuidar y hacer crecer estos dones.

 

El Señor es muy exigente en este punto, pero a la vez magnánimo, pues si bien nos solicita que hagamos un esfuerzo, Él se alegra mucho cuando hay resultados favorables y recompensa con creces, celebrando, y repartiendo mayores dones y responsabilidades.

 

Si fuiste fiel en lo poco, lo podrás ser en lo mucho.

 

Esta parábola es muy profunda, pues nos descubre para qué fuimos creados: de lo poco a lo mucho, de la nada al Todo, de lo finito hacia lo infinito. No fuimos creados para ser simples terrones de tierra que se disuelven bajo el viento y la lluvia. Tenemos destino de ángeles, brillar como soles. El que hace crecer sus dones se convierte en flecha disparada al confín del universo.

 

¿Pero qué pasa con el que no se esfuerza, el que oculta el don, el que tiene miedo de las consecuencias, el que cree que con el don basta, el que no corre riesgos, que deja para mañana lo que debe hacer hoy? Aparte de perder el don tendrá absoluta claridad del error y llorará su necedad.

 

El Señor me ha dado muchos dones, algunos han crecido; otros, lo noto quietos. El mayor de estos dones es la capacidad de amar, y esa capacidad orquesta a todas las demás.

 

Soy responsable por quienes amo, me debo abnegar en darles lo que ellos necesitan, especialmente lo que menciono como ‘un camino al Cielo’.

 

Y tal como se aplica con rigurosidad esta parábola sobre esta humilde figura, también se aplica cobre los que amo. Soy a la vez Señor y Sirviente.

 

Aquí es donde les he estado explicando a mis hijos sobre la formación continua, y no sólo de saberes, sino también de virtudes. No sólo el colegio es el lugar para estudiar. Todo lo que nos rodea debe darnos ocasión para aprender a ser mejores. No hay que tomar el conocimiento como algo impuesto, sino como un valioso privilegio que tenemos todos los seres.

 

Nuestro Dios nos exige la perfección por dos motivos: por diseño y objetivo. Fuimos creados para conocer la plenitud de Dios y El ansía profundamente que optemos por la perfección de las virtudes.

 

Quien practica la virtud y la hace crecer dentro de sí es como el árbol que da los mejores frutos, pues se esforzó de dos formas: profundizando sus raíces para captar el agua y nutrientes que utiliza, a su vez, para alcanzar en sus ramas amplitud y altura. Al extender sus ramas capta más rayos del sol, y al conseguir altura evita que otro árbol o matorral le haga sombra.

 

¿De qué le aprovecha a uno la virtud? Permite profundizar en espiritualidad y elevarse sobre el devenir y la rutina.

 

El cosmos no deja de expandirse desde aquel día primigenio, en que todo apareció de un pequeño punto del espacio. Ese ‘punto’ contenía toda la materia que ahora vemos en el vasto universo, desde el átomo y sus partes, pasando por lo diferentes elementos, que combinándose conforman multitud de moléculas, que permiten estructuras más complejas, que van desde un microscópico virus hasta inmensos soles como Antares, o agujeros negros que transitan en el centro de las galaxias. Lo que más sorprende no es sólo que Todo haya estado concentrado en algo tan pequeño, sin poder explicar la causa de la expansión de algo que no debería haber cambiado su condición, pues su equilibrio en ser así como era. No, lo que más me sorprende es que el universo se expande, pero ¿hacia adónde? hacia una nada, algo que pareciera no tener límites. No sólo el universo parece infinito, sino que sus bordes viajan hacia algo que no tiene fronteras.

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