Olvido

 Hoy miremos el Olvido.

¿Qué es sino que dejar de recordar?

A veces la mente se rompe y la memoria borra algunos recuerdos.

También consideremos que nuestro cerebro optimiza sus recursos eliminando información superflua que solo ocupa espacio.

Con la vejez llega el Olvido, no lo sabemos.

Olvido mío, tuyo y nuestro.

Olvido mutuo, selectivo y progresivo.

Y no solamente este proceso sino uno sino que la sociedad nos olvida.

Que me olviden a mí no me duele tanto como el olvido de personas valiosas, de gente que dio tanto.

Hoy el Olvido también puede ser un acto de misericordia que alivia el peso de los dolores antiguos y abre espacio para nuevas historias.

Olvido de rencores, de reproches que envenenan, olvido consciente que restaura la calma y permite al corazón aprender otra vez a latir sin lastimarse.

Olvido inevitable de nombres y fechas, que nos obliga a fijar en el papel lo que importa: retratos, cartas, canciones, gestos.

Porque si el cerebro borra, la voluntad recuerda: podemos elegir preservar lo que amamos en la escritura, en la voz, en el abrazo.

Y aunque la sociedad deje en silencio a quienes hicieron historia en lo cotidiano, podemos rendir homenaje a su legado cultivando la memoria de sus gestos sencillos.

Así, entre el Olvido y la Remembranza teje cada uno su propio tapiz de vida: una historia pasada, un presente consciente y un futuro lleno de significado.



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