Se mantiene viva
cuando en cada aurora
se alzan los tallos
tras un portento de luz
que llamamos Sol.
Se mantiene viva
porque en cada nacer
de una criatura nueva
está la fe de un Dios
en su creación.
Se mantiene luminosa
en la alegría
de las risas que todos
manifestamos alguna vez.
Se mantiene visible
en la oscuridad de la prueba,
en el azote de la indiferencia
y en la agonía del desamor,
porque ella cree en su fuerza
en la profundidad de sus raíces.
Se mantiene constante
cuando el viento arranca
las hojas del sendero
y el paso se quiebra
bajo el peso del miedo.
Se mantiene eterna
en el pulso silente
que late en las manos
que ofrecen un abrazo
cuando todo se quiebra.
Se mantiene valiente
en el fuego dormido
que despierta al encuentro
de un gesto sincero
o un gesto compartido.
Se mantiene en tu pecho
como semilla oculta
que brota en ternura
cuando el ánimo flaquea
y tu alma sepulta.
Se mantiene en la voz
que susurra al silencio
“aquí estoy contigo”
rompiendo la distancia
y el frío del invierno.
Se mantiene en la mirada
que sueña caminos,
tejiendo promesas
con hilos de empeño
y coraje divino.
Se mantiene en cada latido
que escapa al desaliento
y empuja el corazón
a volver a creer en el mañana
Se expande en el murmullo
de los sueños compartidos
cuando las manos se estrechan
y los hombros se yerguen unidos
Se proyecta en el gesto humilde
que tiende socorro al caído
en el susurro que alienta
cuando el alma se siente perdida
Se descubre en la mirada
que busca estrellas en la noche
y encuentra el mapa secreto
para guiarse hacia la aurora
Se nutre del canto del ave
que desafía al invierno
con un trino de promesas
que anuncia días florecientes
Se arraiga en la promesa
de cada semilla sembrada
que rompe la corteza dura
y osa nacer contra todo pronóstico
Se alumbra en la voz callada
que dice “sigue adelante”
cuando el camino es rocoso
y la cima parece inalcanzable
Se teje en la acción cotidiana
en el gesto sencillo, diario
de quien planta un árbol
con la certeza de un bosque futuro
Se expande en la ciencia
que explora nuevos horizontes
y confía en la llama eterna
de la curiosidad insomne
Se irradia en la creación
de obras, palabras, canciones
que hacen vibrar el espíritu
y contagian ganas de vivir
Se funda en la solidaridad
cuando las barreras se rompen
y el “yo” se convierte en “nosotros”
para enfrentar la adversidad
Se perpetúa en la memoria
de aquellos que alzaron la vista
y construyeron puentes
sobre abismos de incertidumbre
Se colma en la risa franca
que brota en el alivio
cuando la pena se disipa
y el pecho vuelve a respirar
Se ensancha en la batalla
por la justicia esquiva
en cada paso valiente
hacia un mundo más humano
Se eleva en la certeza
de que ningún obstáculo
puede apagar la chispa
que vive en el corazón
Se multiplica en el gesto
que comparte pan y agua
en la voz que proclama
que nadie quedará atrás
Se despliega en la mañana
que asoma sin pedir permiso
llenando el aire de promesas
y el alma de coraje renovado
Se afirma en la esperanza
como un faro imperecedero
que señala la ruta
incluso cuando todo oscurece
Se convierte en legado
para quienes vendrán después
una herencia de fe sutil
que desafía el tiempo y las sombras
Porque la esperanza es un río
que nunca deja de correr
arrastrando piedras de miedo
para abrir cauces de libertad
Es un fuego compartido
que encendemos unos a otros
y que, alimentado por la compasión,
arde más allá del horizonte.
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