Me acerco a ti con mi armadura herrumbrada y mi espada rota. Mi triste, desgarbada y coja figura no alcanza a destacar entre las penumbras del bosque húmedo y espeso.
Cuando venía hacía ti luché con un dragón, ese que se conoce como el de las pasiones. Cuando buscaba tu rostro amable me topé con una arpía, llena de engaño y veneno que me atacó traicionera. Cuando me levantaba cada día desde el suelo fangoso y frío, me abrazaban los tentáculos del odio y el egoísmo.
Luché con todas mis fuerzas para que no tocaran el Cáliz sagrado, pero no pude evitar que dañaran mi figura y trastocaran mi rostro.
Aún así, ellos no pudieron disminuir mi fuerza y mi energía, puesto que hace mucho tomé del elixir de la verdad y llevaba, también el amuleto del discernimiento de espíritus.
Pero me ves cansado, casi agotado... ¿qué me ha hecho desfallecer y sufrir? ¿acaso fue el dragón, la arpía o el monstruo de los tentáculos?
No, no, no... fue mi corazón mil veces expuesto, porque debía alimentar pelícanos sedientos, porque criaturas sufrían y quise calmar su dolor. De mi corazón brotaba mucha sangre y ahora sé que corre por otras venas. Di de mi vida para que otros tuvieran vida. Y he aquí que me acerco a ti para ofrecerte lo más preciado, mi último tesoro: la última gota de mi sangre.
Cuando venía hacía ti luché con un dragón, ese que se conoce como el de las pasiones. Cuando buscaba tu rostro amable me topé con una arpía, llena de engaño y veneno que me atacó traicionera. Cuando me levantaba cada día desde el suelo fangoso y frío, me abrazaban los tentáculos del odio y el egoísmo.
Luché con todas mis fuerzas para que no tocaran el Cáliz sagrado, pero no pude evitar que dañaran mi figura y trastocaran mi rostro.
Aún así, ellos no pudieron disminuir mi fuerza y mi energía, puesto que hace mucho tomé del elixir de la verdad y llevaba, también el amuleto del discernimiento de espíritus.
Pero me ves cansado, casi agotado... ¿qué me ha hecho desfallecer y sufrir? ¿acaso fue el dragón, la arpía o el monstruo de los tentáculos?
No, no, no... fue mi corazón mil veces expuesto, porque debía alimentar pelícanos sedientos, porque criaturas sufrían y quise calmar su dolor. De mi corazón brotaba mucha sangre y ahora sé que corre por otras venas. Di de mi vida para que otros tuvieran vida. Y he aquí que me acerco a ti para ofrecerte lo más preciado, mi último tesoro: la última gota de mi sangre.
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