El árbol de la Vida de mi padre se fue deshojando cayendo hacia el suelo y deshaciéndose entre nuestras manos, como hojas de otoño.
Quedó el tronco seco y frío, pero sólo es porque es Invierno y la savia se halla oculta, muy profunda en las raíces, más allá de nuestro alcance.
Abracé su corteza y sin querer me ha herido, pero es la herida dulce del amor y sabrá sanar con la llegada de la Primavera.
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